lunes, 4 de mayo de 2015

Cremita


- ¿Cómo se va a llamar?
- Cremita.
- ¿Cremita? Y ¿Por qué Cremita?
- Porque es bien dulce.

 Así la nombró Paulito, mi sobrino de 3 años de edad en ese entonces, cuando Cremita ya tenía 3 meses y cuando aún no era mi perrita.

Al oír Cremita cualquiera se extrañaría, porque ¿cómo un pastor inglés impecablemente blanco con ralas manchas negras distribuidas curiosamente en su lomo, cola y orejas se puede llamar Cremita? Quizás Paulito estaría pronosticando un pastor inglés percudido años después. Pero no, Paulito tenía y tendría razón, porque la bautizo bien, Cremita es la perrita más dulce que conocí, y si, también cremita, porque como le gustaba ensuciarse a la condenada.

Meses después y más grande, Cremita ya no podía quedarse con mi hermana, porque ya tenían dos bebés Paulito y Melchi. Entonces Cremita fue adoptada por mi hermano, aunque solo constaba en papeles, porque al final, y esquivando Velille (que es donde terminan todos los perritos de la familia que no pueden quedarse en casa) Cremita fue a parar con mis papás en Cusco, donde la esperaba Machi, su gran amiga, con quien a partir de aquel día, crecerían a la par, aunque no tanto por que en años perro Cremita podría ser mi mamá.

 Hoy, un día después de que se fue, yo también me pregunto: “¿Por qué cremita?” yo le auguraba 23 años de vida, y de vida plena, corriendo cual caballo a la par conmigo en bicicleta en plena avenida de la cultura o de camino cuesta arriba a las salineras. Cómo te extraño Cremita. Yo aquí en Arequipa y tú en Cusco, enterrada, de camino al terreno de Santa María, donde te gustaba estar corriendo y ensuciándote como loca.

Te extraño mucho Cremita, te extraño mucho. Para tu suerte, y para tu cumpleaños número nueve, llegó Annyta de España y te llevó al peluquero para tener fotos tuyas pero blanquita. Cuando te fui a recoger, no pude reconocerte, sino fuera porque me aullabas, te me pegabas y me saltabas encima. Estabas linda y dulce como aquel entonces cuando Paulito te Bautizó, Cremita.

Toca despedirme como cuando tú me despedías siempre cada que me regresaba a Arequipa a estudiar con tu carita peluda y tus ojitos tras ese cerquillo blanco/cremita que no sé cómo veían, pero veían, y me veían irme y quizás me preguntabas “¿a qué hora vuelves?” y yo no volvía en meses, pero al volver me recibías como si esperabas día a día que vuelva. Y te ponías como loca, me saltabas encima y me ensuciabas la ropa, y yo lo permitía porque que más daba, yo también te extrañaba Cremita.

Ahora sí, toca despedirme, desde aquí, desde Arequipa hasta Cusco. Te quiero mucho Cremita.

No hay comentarios:

Publicar un comentario